El mundo de los sueños

El mundo de los sueños es como un jardín botánico. Hay tantos como flores e interpretaciones.

Me gusta soñar, hace que me sienta viva. Vivo experiencias únicas, puedo volar, acceder a sitios remotos y exóticos, vivir situaciones surrealistas, a veces angustiosas, otras divertidas y salir indemne de todas ellas. El sonido del despertador hace que tome consciencia que todo ha terminado.

A lo largo del día suelo recordarlos y si me han impactado intento averiguar lo que significan. La mayor parte de las veces sólo consigo descifrar lo más sencillo, si era un sueño alegre y divertido o uno de esos en que volvía a examinarme de matemáticas por enémisma vez en mi vida.

Otras veces los sueños tienden a repetirse y es entonces, cuando procuro fijarme si intentan decirme algo concreto, si debo estar atenta a una situación, a un problema....

Ahora llevo unos días en que sueño con animales de cualquier tipo. Estoy en el mar y se que aunque me pierda y me lleve la corriente mar adentro no hay peligro porque hay unos delfines nadando cerca, veo un pájaro enorme de color turquesa que hace de portero de discoteca en el campo, dejando pasar a la gente de un sitio a otro, veo focas blancas preciosas despidiéndose de mí con una sonrisa, hablo con caballos y también veo pasear por la calle a una familia con cuerpo de humano y cabeza de caballo y lo único que pienso es si habría sombreros de su talla.

Soy feliz soñando, aunque me levante cansada porque he estado toda la noche escalando el Everest. Soñar es una ventana al mundo interior, a la creatividad, una válvula de escape, un lugar en el que todo es posible.

Como decía Calderón de la Barca, en el monólogo de Segismundo de La Vida es Sueño

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñe que en otro estado
más lisonjero me ví.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la Vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.